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miércoles, 24 de junio de 2020

Hoy pensé en la muerte

La cronica de los días que pasan

Pensé en mi muerte recientemente, pensé... en la falta que las personas hacen cuando cruzan el río de aguas mansas. Pensé en el miedo que se siente por que ya no sentirás más y que todo lo que conociste seguirá sin ti, por que los elefantes no detienen su paso por la muerte de una de sus pulgas y las pulgas deberán seguir y cubrir tu espacio con otra cosa. A vista del increíble vacio que hay ahí afuera y que nunca llegaras a ver a ojos propios, es tonto pensar que la vida sea poco significativa, por que aún con la más pequeña de las sensaciones la conciencia de existir te hace disfrutarla u odiara y jamás una roca apreciará la caricia de un rebaño de salvajes percherones corriendo en libertad en busca de la sensación que da el agua humectandoles el hocico, perder la capacidad de sentir eso es para arrodillarse y llorar, el miedo de dejar de sentir esta completamente justificado. Si alguna vez dejaste de apreciar las cosas más simples que te hacen estar vivo, mirar a la muerte y pensar en lo que hubieran dado las personas que se fueron.... por regresar a decir adios, lo que hubiesen dado los que se quedaron solos... por disculpar a los cuerpos inertes que ya no pueden oirlos y más a los que dieron sus vidas para cuidar otras; personas que renunciaron a su capacidad de escuchar una canción y llorar por recordar un amor, por leer un libro de final feliz, por escuchar un chiste y perder la respiración de tanto reír... 










domingo, 26 de abril de 2020

Un cuento corto para no dormir


Duele cada día un poco más, caminar, sentarse y pararse, incluso llevarse una cuchara a la boca... Y sigo aquí el dolor se ha vuelto un buen amigo, incondicional, más incluso que los viejos tiempos y los conocidos, la soledad también es recurrente aún con la familia, aún con los que me quieren, es difícil conectarse con las personas que a diario corren y corren, y un viejo como yo ya no es tan interesante, almenos me pregunto si el dolor parará algún día, si ese día será pronto, a diferencia de los que corren yo quiero ir más lento, por que con cada paso me acerco al final del cuento. Si, es triste pero la verdad es que no es tan triste, viví, hice todo lo que estuvo a mi alcance para ser feliz, y aunque muero como un viejo pobre, mi mesa estuvo siempre llena, mi corazón aun más, lleno de atletas, los entiendo, a su edad tampoco quería esperar, no quería una pausa, no tenía tiempo para esas cosas, pero ahora más de sesenta años después veo que sí tenía algo de tiempo...
En fin hoy que escribo estos papeles les digo viví bien, viví todo lo que quice, ame todo lo que pude y me amaron también, mi viejo amor me dejó ya hace un año y la extraño como un libro empolvado a un apasionado lector, la extraño tanto. 
Hoy jueves, mis huesos duelen un poco más, el cielo nuboso y oscuro como de tormenta, me dice que hoy difícilmente me pararé de esta cama, no importa estoy cansado ahora y la extraño mucho, quizá sólo deba cerrar los ojos y descansar otro rato... 

domingo, 19 de abril de 2020

El último vals

Crece, aunque las nubes tapen el Sol florece... 


La última vez que hablamos, yo no tenía conciencia de que me decías, apenas tenía tres años, todo el que me veía se enamoraba de mis ojos grandes y mi cabello castaño, pero tú ese día aprovechaste mi inocencia y usaste en mi contra mi corta edad para despedirte sin que te reclamara, ¿cómo iba a saber lo que estaba sucediendo si sólo me preocupaba en jugar después de comer?. Tú ese día papá, Lucias una casaca de cuero del abuelo, una camisa blanca y sin corbata, tenias la barba crecida, quizá por que estos días estabas disperso de mente, las cartas estaban sobre la mesa, la desicion estaba tomada, entonces me llamaste ese día, recuerdo que hacía calor y que te pedí que me compraras un helado, me dijiste que lo comprarías la regresar a casa que lo comeríamos en la puerta antes de almorzar para que mamá no se molestara, me prometiste, que regresarías...

De ese día realmente el recuerdo es difuso, aveces vestias casaca de cuero y aveces lo recuerdo distinto, te veo con un polo blanco en ves de la camisa, y más bien pienso que era de tarde y que llovía, pero al final resultaba igual, recuerdo verme sentada frente al espejo llorando en silencio esperando que regreses, aveces con un helado o aveces con un juguete... 
Después de ya varios años aun pienso en las cosas que quise contarte, en las veces que llorando me metí a mi cuarto por que un chico me rompió el corazón, en las veces que quizá me pudiste dar un consejo, y aunque no te guardo rencor, no puedo olvidar que nos dejaste y que preferíste olvidarnos, formaste otra familia y enterraste nuestro recuerdo.
Solo tú sabes por que lo hiciste, pero hoy, en ésta mi fiesta de quince años me doy cuenta, de que hiciste bien, lo tuve todo sin tenerte a ti y aprendí lo que me enseñaste, incluso si nisiquiera lo imaginaste, me diste la lección más grande que se puede dar, "Todo cambia, y en quien más confías, te puede traicionar"... Te amo papá donde quiera que estés hoy soy más fuerte gracias a ti... 

miércoles, 1 de abril de 2020

El colegio

II

Mi nombre es Saúl voy a la escuela primaria y vivo con mi abuelita, todos los días salgo de casa exactamente a las seis y cuarto para salir del Callao y luego cruzar la pampa que hay entre mi casa y la avenida Valdivieso para evitar tener que dar una vuelta de cerca de una hora de camino por la avenida Argentina, en todo el trayecto corro con una rama que escondo antes de entrar al colegio al costado de unos arbustos en el parque de la vuelta. Con esta ramita me gusta pensar que puedo dirigir una orquesta o quizá podría ser una varita mágica que me permita cambiarle el nombre a las cosas por ejemplo: esta roca será ahora un perro y estas hojas ahora un grupo de trabajadoras hormigas. Pero todo se acaba cuando cruzo los portones del colegio Sagrado Corazón, hoy voy llegando con la lengua afuera porque esta mañana iba tarde debido a que me distraje por una pobre ave que se había caído de su nido, vi como siempre a los choferes de los demás niños, y nunca a las mamás, ellas tienen más cosas que hacer, por ejemplo mi abuelita dice que mi mamá tiene que trabajar en argentina muy duro, para mandar dinero a la casa y que por eso no puede estar conmigo pero que pronto vendrá, para las vacaciones, siempre dice eso cuando yo le pregunto, pero ya hace tiempo que no la veo y aunque no se lo diga a abuelita a veces me pongo triste, pero no dejo que me vea, y que no se dé cuenta que, lo sé.
Cuando llego, la formación de los primariosos ya va por la mitad y me tengo que esconder y caminar rápido por atrás para formarme con los pocos alumnos que llegaron tarde, la monja Julia, como siempre estaba ahí esperándonos al costado de la sala de profesores, parada en la sombra con su temible regla de madera descolorida y con manchas de pintura, para darnos nuestro severo castigo por llegar tarde, hacer que perdamos la primera hora de clases y además poner en nuestros cuadernos un llamado de atención para los padres que envían tarde a sus hijos, pero mi abuelita me mando a tiempo, así que no puedo dejar que lo vea. Después de más de cuarenta minutos de tortura bajo el sol podemos entrar a la clase en donde todos me ven como un bicho raro porque, mi uniforme es el mismo del año pasado, eso la verdad no me importa, y es que no he crecido mucho, tan solo crecí tres centímetros este año y el cambio de uniforme no era necesario. De los cursos de la primaria de segundo grado, la teoría de conjuntos y las palabras que llevan más de tres a, me son completamente aburridos, aunque puedo decir que el hambre a veces me hacía dejar de atender la clase de vez en cuando, mi abuelita me daba propinas cada vez que podía, y a la hora del recreo me iba atrás de los juegos donde había una reja vieja que dejaba ver la calle donde se paraba un anciano, con un bastón y la barba crecida, con una cajita de golosinas baratas que vendía hasta que alguna de las monjas venía a hacer que él se fuera, aunque era inútil, a la salida estaba en el mismo lugar y no pocos niños que nos habíamos quedado con ganas de comer golosinas íbamos a comprarle. Historia era un curso que me gustaba, aunque debo decir que no recuerdo ni la fecha de la independencia, la monja Anita era la que enseñaba este curso y ella siempre me trataba bien, era muy buena y creo que le caía bien. Por otro lado mis no pocos amigos imaginarios me hacían también la estadía bastante asequible en las cinco largas horas que pasaba en esas aulas modernísimas de una de las escuelas más caras de lima. Mi abuelita al llegar a casa siempre me preguntaba cómo me había ido en el colegio y yo siempre respondía con un “bien” con ánimo de no revelar nada más, ella me decía que tenía que aprovechar bien el esfuerzo que estaba haciendo mi mamá para mandarme a ese colegio de ricos, para que pudiera salir adelante en el futuro y que aprenda a codearme con las gentes finas de esta ciudad. No he sido muy bien recibido muy bien por esta dichosa sociedad en todo caso, alguien que no pertenece simplemente no pertenece, y más con muchachitos de siete años, engreídos y dedicados a las peleas de recreo, con señores altos y bigotones de choferes con carros completamente brillantes de punta a punta. Quizá un día pueda yo tener todas esas cosas, pero quisiera saber cuándo para poder prepararme, los escuchaba murmurar y ellos siempre me decían que andaba algo sucio y flaco, además de eso era bajo de estatura y para los deportes y para las peleas de recreo era un cero a la izquierda.
Un día llegó al colegio un niño algo extraño, tímido y algo afeminado algunos podrían decir, ese día lo vi llegar con su mamá y su padre, parecían algo desapegados a él, por lo menos el papá era un tipo alto de estatura, de traje blanco, parecía que había terminado de jugar golf hacia tan sólo un momento, y su mamá era una señora muy bella, de esbelta figura y cabellos ondulados, tez blanca y carmín rojo, con un vestido floreado por debajo de las rodillas, si algún día veo a mi mamá quisiera que sea así. Pablo el niño nuevo venía con un pantalón corto y parecía que iba a llorar a cada momento en el que la mamá lo dejaba para tomarle el cabello al papá y decirle - darling no te preocupes te vas a divertir y juan te estará esperando para traerte de nuevo a casa después de tus lecciones de piano, no lo olvides -. Pero él parecía triste y así lo pareció los primeros tres días de clases y hasta podría decir que la primera semana, yo lo observe el primer y el segundo día como era costumbre cuando un niño nuevo llegaba a la clase, pero después de la primera semana noté que en los recreos permanecía sentado en un rincón, y que no interactuaba con el resto de nosotros, por otro lado yo estaba jugando mi típico juego de darle nombre a las cosas y a cada piedra que veía le daba un nombre diferente, unas eran gusanos y otras eran simples rocas, pero me divertía poder metaformizar las cosas, hasta que mi vara se encontraba apuntándole a la cara al nuevo, y dije, tu eres una paloma, y seguí caminado y buscando curiosidades en las esquinas y en el suelo, buscando errores de la naturaleza en la disposición de que sería cada cosa, entonces, una vos temblorosa y algo preocupada llamo mi espalda y al voltear Pablo con un enorme signo de incógnita sobre la cabeza me pregunto por segunda vez, -¿qué haces?-. nos pusimos a conversar el resto del recreo y le conté acerca de mi juego y me dijo que no entendía porque las cosas tenían que ser otras cosas, a lo que le contesté que era cuestión de aprender a observar, que había objetos que eran más que eso y que no podíamos quedarnos con la versión más básica de ellos. Al parecer le parecían interesantes mis sandeces y me seguía a todos lados intentando nombrar las cosas de distinto modo, hasta que llego el día en que lo invite a venir a casa, le pedí permiso a mi abuelita el día anterior, y ella dijo gustosa que sí pues nunca lo había invitado a nadie antes, yo el niño menos parlanchín de la clase ahora tenía un amigo y extrañamente el entendía un poco mi forma de ver el mundo. Al llegar la salida nos despedimos y quedamos en que el vendría a casa a las cuatro de la tarde, entonces me enrumbe por mí ya conocido camino de arena y dunas de la pampa que tenía que atravesar para llegar a casa.
Más tarde ese día llego Pablo y entonces mi abuela había preparado unas galletas con gaseosa que tomamos, mi casa era pequeña solo teníamos dos habitaciones además de la sala y un patio pequeño con un naranjo chico que aún no daba ningún fruto, mi abuelita lo había plantado hace menos de seis meses y le contaba a pablo que cuando ese naranjo empiece a dar frutos tendría kilos y kilos de naranja para comer y que si quería le podía invitar las que quisiera, por supuesto acepto el trato de inmediato. Jugamos futbol en el patio hasta que tuvo que irse, su chofer, estaba sentado con mi abuelita en la sala terminándose esas galletas, eran un negro alto y viejo de bigotes ya con algunas canas, pero de cabello zambo y completamente negro, antes de irse me dijo que le pediría a su mamá que le diera permiso de invitarme a su casa para que la pudiera conocer, le dije que era una gran idea, y entonces se fue.
Lo triste es que después de ese día no lo vi más en el colegio no volvimos a saber de él o de su familia, algunos niños dijeron que había sufrido un accidente de tránsito, que su chofer había muerto junto con él saliendo del callao otros decían, que les habían robado el carro y que él había desaparecido, yo lo busque siempre después del colegio en la pampa que cruzaba para llegar a casa pero nunca estaba allí…

martes, 17 de marzo de 2020

Hope

¡Mira! Parece que dejó de llover

A donde veo, lo único que resalta es el temor, ojos que miran el suelo desde sus casas, ojos que sólo ven y comparten noticias acerca del temor social con respecto de este virus que nos asedia, que nos a sitiado.
Pero lo que veo en mi propio espejo es el desequilibrio, la fragilidad de la especie que culmina la cadena alimenticia, y que es el último eslabón de la evolución de este milagro químico, que reta segundo a segundo al mayor aniquilador, entropia, la pieza minima de complejidad llamada covid-19 nos ha golpeado donde no teniamos defensas sinemargo con todo esto, el panorama es diverso... Pero, en algun rincón de estas casas ahora pobladas de gente que despega sus ojos de horarios apretados y responsabilidades ilusas, estas personas, quiza hoy puedan conversar, convivir, hoy estan más cerca, más humanos hora tras hora.
El planeta se da un respiro  ya que las empresas ahora desoladas dejan de emitir sus humos pesados y asfixiantes, los vehiculos ahora duermen en camas frias, las industrias por fin detienen el imparable progreso y por un momento estos consecutovos golpes muestran un lado no tan malvado, escondido en lo profundo, casi invisible, esperanza... Hoy el punto azul pálido del voyaguer II se ve un poco más azul...

jueves, 5 de marzo de 2020

La vida

I.

SON PASOS PEQUEÑOS los que damos cuando no sabemos  a donde ir, o tenemos miedo...

Cuando abrí los ojos por primera vez, pocos podrán creerme, pero lo que ví lo recuerdo con claridad, y no fue como hoy veo las cosas, mis sentidos tan jóvenes estaban algo confundidos, todos ellos ahora sentían y me describian cosas distintas, sonidos mezclados con imágenes mezclados con sensaciones táctiles, calor y frío al mismo tiempo Todo esto tan nuevo y brillante, que me dio un pequeño aire de lo que es estar vivo en realidad.
Al nacer lloré, lloré con fuerza, el frío aire del ambiente me hizo doler al entrar en mis pulmones, luego descubriría que llorar no solo expresa dolor o angustia, lo supe cuando vi a mi madre, que habiendo parído con dolor, no lloró sino hasta que me tuvo en sus brazos, también aprendí cuando vi la mano de mi padre sujetando a mi madre lo que era amor del bueno... Así, entonces descubrí que llorar era la forma natural de llegar a a este mundo, sin una sola prenda o propiedad, sin nada más que la fuerza vital que te inunda y te hace llorar  pero también te hace avanzar, y te obliga a pararte cuando te caes, a intentarlo cuando no puedes más, a seguir....
No había olvidado ese día, hasta que crecí y el mundo me inundó con otro tipo de conocimiento, entonces lo olvidé. Ese día aprendí más de lo que había aprendido jamás, ahora sólo lo recuerdo cuando sueño...

Aunque pierdas de vista lo importante, alguien habrá que te lo recuerde...

lunes, 20 de mayo de 2019

El malo de la historia

Quiero comenzar con una introducción algo general... ¿Será que los malos tienen una razon para serlo? Desde su punto de vista todas sus maldades tienen sentido asi que deben tener razones para que lo que vemos como aquella travesura o aquel perverso crimen no sean tan malos a vista de sus ojos, sea justificable, y cuando es hora de juzgar un crimen o de regañar al pequeño malcriado, sufren una injusticia desde su punto de vista... Pocos son malos con conciencia de serlo...
La gente no nace con maldad en su corazón... ¿Qué tan cierto es?...
     En un pueblo muy apartado de las metrópolis de un país lleno de pobreza y corrupción, en una familia dividída y conquistada por una intrusa amorosa, nace un hijo delgado y espigado con un gusto por dormir al parecer irremediable, la madre, mujer buena, se llamaba Elvira, hacía su vida para sus hijos, dedicada a la crianza de ellos y a su alimentación, en el alumbramiento de esta nueva criatura el padre no era figura ausente, sino intermitente...
En el camino de la vida de este niño llamado Karev lo que debía ser bello y alegre lo fue, esta no es una historia de maltratos ni de sólo malos días... Pero el niño tenía algo en sí mismo, algo que lo hacía distinto al resto, él no lo decidió, si bien es cierto el amor esta presente en un hogar, por más dañada que este la estructura familiar. La sociedad maltrata al distinto, lo vuelve un paria si es necesario, cruda y fiera es con aquellos que no encajan en sus lineamiemtos más absurdos. Este pequeño niño era uno de ellos de estos que en algún momento somos todos, desentendidos de lo que "es correcto", y aveces este desentendimiento es fastidioso y con el pasar del tiempo encoleriza al agredido que aún no entiende por que su prójimo lo desconoce, y se torna agresivo, a la defensiva, siempre pensando en el pasado, pero sin bajar el rostro, el tiempo lo forjó, literalmente a fuerza de golpe, en las llamas más arteras y lo forjó duro, se le arrebató la inocencia, la empatia la mitad de su humanidad. El niño ahora es un hombre, y las pequeñas travesuras que colmaron su infancia ahora son parte de su día a día, él no lo sabe pero en un momento dado de la historia las cosas... ¿pueden llegar a cambiar?
... Y llegarán.
"Ana... Siempre la veo, ella es distinta , pero no sabe que existo, quiza me ignora", a él le preocupaba mucho lo que ella pensará de él, no necesitaba la aprobación de nadie, pero de ella... Como desearía tener su aprobación, ella era 5 años menor, él actualmente tiene 26. Ana terminará la universidad a fines de este año, trabajará un año como una practicante, encontrará un trabajo más estable quiza conozca a alguien en ese trayecto, y el joven, sólo la observará, el no acabó la secundaria, se fue de su casa después de la golpiza que le propinó a su padre cuando tenía 18, nunca olvidó ese día, ni su madre tampoco, él no le habla, y ella perdió a un hijo, aunque conserva al bastardo que aún le sigue levantando la mano y la humilla cada vez que puede, cerdo. Y el joven tiene trabajos eventuales, pasa muy seguido por la universidad desviándose quince minutos de la ruta más corta sólo para seguir viendola, Ana... No tendría derecho a saber siquiera como se llama, pero coincidentemente el destino es grande y la ciudad chica, la preciosa Ana es compañera de su prima a la que se encuentra a diario en el bar donde él bebe y ella trabaja medio tiempo. Él por su parte aún tiene ese algo en el pecho, algo que lo hace hacer cosas de las que no está completamente orgulloso, pero es trabajo, y a lo que se dedica.
El único tiempo del día en el que siente que el mundo es ligeramente más cálido es cuando pasa por esa universidad y la ve pasar majestuosa y con la mirada más tierna, la ve pasar siempre.
Un día frio de agosto, Patrik, el que consigue la mercancía le manifiesta que se viene algo grande, una carga le llega hoy, y si los incompetentes uniformados no lo saben ya, almenos cincuenta kilos de la más costosa y blanca mercadería estará disponible para todos los adictos y degenerados de todo este miserable pueblo; el joven karev, está listo, no le importa que tan pura sea esa cocaina, ni quien la comprará, el sólo necesita la cantidad necesaria de dinero para poder comer, pagar la habitación en la que casi nunca duerme y beber... sólo.
Llegado el día y la hora, el intercambio está pactado para las 11:30 en los callejones cerca al puerto... las cosas salen mal, los traficantes no cumplen con el trato, Patrik queda desangrado en el suelo por dos disparos arteros por la espalda, Karev termina con la vida de dos narcos disparándoles limpiamente en la cabeza, dos más escapan de su alcance y entre las callejuelas escapan llevándose la coca y el dinero, tratando de no entrar en pánico huye del lugar, ansioso y colérico. Caminando sin rumbo fijo, encuentra en el camino un bar del que ve salir a una pareja algo embriagado, sin interés, da la vuelta y trata de encausarse hacia algún lugar seguro lejos de la zona del intercambio, tan solo avanza un par de pasos, cuando escucha esa vos... conocida, algo desencajada, y sobre todo temerosa, voltea con miedo de tener razón y conocer a la dueña de esos muruyos, a la vuelta de la esquina los divisa, la pareja en plena calle, besándose apoyados en un muro, y él se enerva, la pareja turbada por el alcohol no se da cuenta de que él o alguien los observa, él nota que ella estaba preciosa, y el sujeto que la acompañaba estaba un poco más agresivo a cada momento, los celos, arremeten contra el como una oleada del mar intranquilo y peligroso, observa la lujuria del sujeto que tenía una joya valiosisima entre sus brazos, Ana decide que a sido demasiado, lo lleva del brazo para regresar al var, Karev desde las sombras ocultas sólo los observa, angustiado por alguien que nisiquiera conoce bien, el hombre borracho la jala con fuerza de regreso y la besa en contra de su voluntad, Ana le pega una bofetada que el detiene antes de impactarle... Karev no puede seguir observando, saca la nueve milímetros que guarda en el saco, aun sigue tibia, con el recuerdo de sus anteriores víctimas, apunta directo a la cabeza del sujeto, coloca su índice derecho en el gatillo y se dispone a terminar con sus celos, hasta que escucha... Amor, ya calmate... Karev no puede creer que ese estropajo humano tenga el corazón de Ana, Karev empieza a escuchar cirenas que se acercan, policías que se acercan haciendo ruido y levantando polvo para encontrarlo... Karev más celoso que nunca dispara sin compasión.

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