Sé que he sido débil muchas veces. No las he contado con vehemencia, pero, han sido tantas las llamadas que realice en mi mente, tantos los mensajes que quedaron arrugados en la papelera, tantas las postales que quedaron en un sobre, empolvadas en el librero. Y he sido débil muchas veces cuando te he pensado incluso estando acompañado, siéndole infiel a mi palabra.
No puedo más que reconocer que en mi debilidad está la fe de la mañana, la esperanza en el remedio a largo plazo de que seguirán los días y los años cicatrizando los lamentos y envejeciendo los recuerdos.