Con toda la libertad que tenemos, no puedo hablar, no hay oidos fertiles en los que mis quejas pueda vociferar y reciba consejo, que mi corazon se quiere retorcer pues la historia conocida y ya desgastada tapa mi garganta y mi pulso se acelera, la ansiedad acecha silenciosa y como comenta la gente nadie está cuando las luces se apagan.